Culte 10 d’octubre de 2021 (streaming)

Culte 10 d’octubre de 2021 (streaming)

Aquí tens el vídeo complet de la retransmissió en directe del culte del dia 10 d’octubre de 2021, i les notes del sermó a continuació: “Les meravelloses promeses de Déu - La generositat.” Javier García.

https://www.youtube.com/watch?v=JkMi7ApJieU

La generositat - Les meravelloses promeses de Déu. Javier García | 10 d'octubre 2021

Buenos días, hermanos.

En el discurso de despedida del apóstol Pablo a los ancianos de la Iglesia en Mileto les recuerda unas palabras del Señor Jesús cuando nos dijo, les dijo, …más bienaventurado es dar que recibir, haciendo referencia a su famoso Sermón de la Montaña …dad, y se os dará [decía Jesús] medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo…de gracia recibisteis dad de gracia.

Jesús nos llama con estas palabras, a expresar la gracia que cada uno de nosotros hemos recibido, devolviéndola por gracia. Nuestra vida, tiempo, talentos, posesiones, las hemos recibido por gracia, y a nosotros nos toca responder dando sin esperar nada a cambio. “Bienaventurado es aquel quién da”, dice Jesús, bienaventurado es aquel que vive la gracia recibida con generosidad. 

Vivir con generosidad es una máxima en la enseñanza de Jesús, un estilo de vida que nos ha de caracterizar y distinguir como sus seguidores. Vivir con generosidad es vivir, en el fondo, como Jesús lo hizo, con entrega, servicio, sin retener nada.

¡Mirad! Jesús nos enseña, nos dice: El que tiene dos túnicas, de una a quien no tiene; y el que tiene de comer, haga lo mismo

… ¿qué hombre hay de vosotros que, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? …Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos;

…cualquiera que diera un vaso de agua en mi nombre  … de cierto os digo que no perderá su recompensa.

Hasta un simple vaso de agua, cuando se da con la motivación correcta, dice Jesús que tiene su recompensa.

Como dijera el escritor francés Saint-Exupéry, “lo esencial suele ser invisible a los ojos”. Y es que casi todo depende de casi nada. Por ejemplo - y aquí hay algunos médicos- nuestra salud corporal depende en gran parte, de unas pequeñas glándulas, que todas juntas no pesan ni sesentaicinco gramos. Unas glándulas, que segregan toda una serie de hormonas, no pesan más de sesentaicinco gramos.

Cuando hablamos de vivir con generosidad, lo poco es importante, lo poco importa. Esto lo estamos viendo ahora con la crisis en La Palma. Estamos viendo centenares de voluntarios, que se están ofreciendo para ayudar. Desde abrir sus casas para acomodar a algunos, que se han quedado sin casa, o preparar comidas y distribuirlas, o simplemente recoger cenizas, ayudando unos vecinos a otros. O también estamos viendo la multitud de donaciones, que están llegando para ayudar a las personas en necesidad. Algunas muy generosas y otras, a los ojos de algunos, insignificantes. Pero para Jesús, todo gesto de generosidad es de gran importancia. Nada de lo que damos a la vida y a los demás es insignificante. Nada de lo que damos a los demás es insignificante. Lo poco, para Jesús es de gran valor. No lo sé para ti, pero para Jesús, lo poco es de gran valor. Y él mismo nos enseñó este principio, cuando viendo con sus propios ojos el testimonio de una viuda, que echaba en el altar de las ofrendas dos simples monedas - hoy las podríamos comparar con dos céntimos de euro. Dijo Jesús, …os aseguro que esta viuda pobre ha echado en el cepillo más que nadie Dos simples monedas, ¿es que no sabía Jesús contar? Vamos a leer esta historia le encontramos en el Evangelio de Marcos en el capítulo 12 y dice así versículo 41 …estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero está, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento. 

Fijaros lo que dice: de su de su pobreza echó todo lo que tenía. Yo no sé cómo te consideras, ¿rico o pobre? ¿cómo te consideras? No sé si te consideras rico o pobre, afortunado o desafortunado. Fijaros lo que os voy a decir: Es igual, da lo mismo como te sientas tú, el principio no cambia, se aplica a todos por igual: “echar lo que tenemos “, en otras palabras, “devolver a la vida, lo que por gracia hemos recibido”.

La pregunta sería ¿eres consciente, somos conscientes de lo que, por gracia, Dios nos ha dado a cada uno de nosotros? ¿lo conoces, lo valoras?

¡Mirad!, la falta de reconocimiento de lo que hemos recibido por gracia, nos puede llevar a vivir vidas ingratas. Y la ingratitud, básicamente nos incapacita para disfrutar de la vida en plenitud. Porque no sabe ver la bondad que hemos recibido, los dones que hemos recibido, todo aquello que Dios nos ha dado. Y generalmente, la ingratitud nos mueve a la envidia, y ¡que mala es la envidia! Es como una catarata en los ojos, no nos deja ver con claridad. Esto ya lo decía Cervantes: “donde reina la envidia, no puede vivir la virtud” El envidioso, básicamente, es un descontento de sí mismo, es incapaz de apreciar lo que tiene y, por tanto, simplemente lo desaprovecha, porque no lo valora.

La ingratitud es también, yo diría que, la antesala del egoísmo. ¿Y el egoísta quién es? aquel que solo piensa en sí mismo, que busca siempre su propio interés por encima de los demás, siempre se mira primero a sí mismo. Básicamente, el egoísta lo que hace es levantar un muro, que le  separa de sus semejantes, porque solamente piensa en sí mismo. 

Jesús afirmó, …os aseguro que esta pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie” y solo eran dos monedas.

Aquella mujer era una persona castigada. Castigada triplemente: por ser mujer - lo siento señoras, pero en aquella época esta era la visión que se tenía de la mujer-  por ser viuda, y por ser pobre. Triplemente castigada, sin embargo, Jesús la pone - la eleva - como el mayor ejemplo de generosidad, el cual debemos de imitar. Y solamente depósito dos pequeñas monedas, la “blanca”, también conocida como lepto. Era la moneda más pequeña en circulación en los tiempos de Jesús, se la conocía como la “delgada”, ya os podéis imaginar, debía ser tan transparente… Hoy en día hoy, yo creo que ninguno de nosotros nos agacharíamos a coger este céntimo de euro, ni nos molestaríamos, porque es un casi nada, sin apenas valor.

¿Qué son, que eran esas dos simples monedas, en comparación con lo que los ricos echaban en el altar de las ofrendas? Pero Jesús cuenta de forma diferente, no cuenta como nosotros, cuenta de manera distinta. Para él, lo importante no es la cantidad, es la actitud, es la motivación, es lo que hay detrás.

Vamos a imaginarnos la escena. La hemos leído, pero vamos a imaginarnos la escena:

Esta tiene lugar en el patio de las ofrendas, y en él se recogían las ofrendas. En este patio había unas trompas o trompetas, que tenían una forma estrecha – alargada- por la parte de arriba, y se abombaba, o se ensanchaba, por debajo. Esto sin duda una buena solución para los pícaros, que siempre hay, y para los ladrones, porque podías echar, pero no podías sacar. Así que de esta manera estaban diseñadas.

Cada uno de estos cepillos o trompas, que estaban allí instaladas, servían para un propósito en el templo: para comprar la leña, el incienso, para conservar los utensilios, etcétera… Y ¿qué es lo que ocurría? cuando una persona quería ofrendar, tenía que dirigirse primero al sacerdote que estaba allí, tenía que decirle en voz alta la cantidad, para qué quería darla, y después ya la podía depositar en la trompa [yo le sugería a Ruth que podíamos hacer esto, sería divertido: “yo quiero dar para las flores” …y echamos allí la monedita]

Jesús debió de estar muy cerca, porque lo oyó todo, lo vio y lo oyó todo. De hecho, el texto dice que estaba sentado justo delante del arca de la ofrenda, es decir, nada se le pasó por alto. Ante la espectacularidad de aquellos ricos, imaginaros que, supongo, irían allí, gritarían en voz alta lo que iban a echar, y luego, con toda la pompa, lo depositarían. Jesús nos presenta a una pobre mujer viuda, como el mayor ejemplo en la historia de DONACIÓN

¿Qué nos quiere enseñar Jesús con esto? ¿Qué echemos dos céntimos de euro? … No.

¿Qué nos quiere enseñar Jesús con esto? ¿cuál es el mensaje de este texto para nosotros, hoy? Yo creo que, en esta historia, lo que menos cuenta es el dinero. Lo crucial en esta historia es, que todos entendamos algo muy importante: que la vida cristiana es una donación. Una donación completa y genuina de uno mismo. De lo que somos, de lo que tenemos. No de lo que no somos ni de lo que no tenemos. Aquella viuda, cuando se acercó al altar, estaba ofrendando su compromiso, estaba ofrendando su corazón. Jesús estaba allí, estaba cerca y lo vio, y por eso lo reconoció.

Personalmente, cuando me miro en esta historia me vienen muchas preguntas. Preguntas que quiero hacer vuestras. Por ejemplo, me pregunto:

¿Que estoy yo ofreciendo al Señor?... Él nos ve. Como Jesús no apartó los ojos de la vida, no los aparta de nosotros, ¿Qué le estoy yo ofreciendo al Señor? ¿Qué estoy yo dando, o haciendo por el hermano, o por el prójimo? ¿Qué estoy ofrendando para las necesidades de la Iglesia, para el ministerio? o ¿Cómo estoy contribuyendo en la sociedad? 

Preguntas que sería bueno que nos hiciéramos de manera honesta.

Hay una frase de la Madre Teresa de Calcuta que, para mí, resume muy bien el mensaje que os quiero comunicar.

[Ya con esta frase me podía sentar y seguimos cantando, o saliendo a fuera a charlar]

Teresa de Calcuta decía: “Da siempre lo mejor de ti, y lo mejor vendrá a ti” …aunque te parezca poco. El ejemplo de la viuda pobre y sus dos moneditas, nos enseña algunos principios, que quiero compartir con vosotros, de qué significa vivir con generosidad, de qué significa vivir dando, sin esperar nada a cambio de la gracia, que cada uno de nosotros hemos recibido:

Primer principio: [luego preguntaré, a ver si os acordáis de los cuatro principios que os voy a compartir. Solo cuatro]

  • La peor de las miserias, es la pobreza de corazón

¡Mirad!, uno puede tener todo el oro del mundo: propiedades, negocios, éxito, grandes coches, …todo lo que queráis, y ser el más pobre y digno de conmiseración de todos los seres humanos. Y es que la riqueza de corazón no se posee, se vive y se comparte con los demás. Un corazón pobre siempre va a cerrar sus ojos a Dios, y lo va a cerrar al prójimo. Enriquecernos como seres humanos, pasa por añadir virtud al corazón, en el fondo, yo lo resumiría con una palabra: Amor. Esta es la verdadera motivación: Amor a Dios y amor al prójimo.

Aquellas dos blancas, aquellas dos moneditas, representaban esto. Representaban el amor que se da, la vida que se dona sin condiciones. En la situación social en la que vivimos ahora, con tantas necesidades que están a nuestro alrededor, creo que necesitamos más gente pobre, pero rica de corazón. Que quieren ofrendar sus “dos monedas” y “tus dos monedas” no serán mis “dos monedas”, pero son “tus dos monedas”.

Segundo principio:

  • A Dios, lo que es de Dios.

Si miráis en vuestras biblias, en el capítulo anterior de esta historia, tuvo lugar el incidente entre Jesús, y algunos fariseos y herodianos, en cuanto al tributo que se debía de pagar al César. Y es en este contexto, donde Jesús pronunció una de sus frases, que han pasado a la historia de manera célebre. ¿Sabéis a qué frase me refiero?:

“Dad, pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”

La viuda, de manera consciente, estaba entregando lo que ella creía que era de Dios. Y no lo hizo como los otros, en voz alta, anunciando su ofrenda para ser vistos y aplaudidos por las personas. Porque esto es lo que hacían los ricos - hay otros pasajes que hablan de esto-  les gustaba alardear. Ella no se fijaba en esto. Ella puso su mirada en el Creador, en el que le había dado lo que ella era y lo que ella tenía. Ni más, ni menos.

¡Mira! el apóstol Pablo, escribiendo a los colosenses nos dice algo muy importante: “…todo lo que hagáis [todo, imaginad lo que queráis] hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”

Deberíamos de ser más conscientes, o vivir de manera más consciente, dándonos cuenta de que Dios no aparta su mirada de nosotros. Pero no como un juez, que nos quiere perseguir, sino como una persona que se interesa realmente por mi vida. Jesús no apartó la mirada de aquella viuda, vio lo que estaba haciendo [y lo hace también con nosotros] y, básicamente, lo que hizo es lo que tenía que hacer, dar a Dios lo que era de Dios.

¡Mirad!, lo que damos a la vida no nos pertenece, ni tampoco es para nuestro reconocimiento, o para nuestro beneficio propio, o para nuestra propia gloria, o para colgarnos medallas, o como queramos decirlo. Pero, cuántas veces vivimos invirtiendo los términos. Cuántas veces nuestras prioridades suelen ser un claro indicativo de que esto no es así, de que esto no es una regla en nuestras vidas. En muchas ocasiones nuestro proceder refleja, que lo que realmente nos preocupa, es la mirada de los demás: lo que van a pensar de mí, lo que van a decir, cómo me van a juzgar. A veces también, solamente falta mirar los tesoros particulares que todos atesoramos, para darnos cuenta de dónde está realmente nuestro corazón.

Mi pregunta es - pregunto a todos - ¿Estamos dando a Dios, lo que es de Dios?

¿Lo que crees así? ¿crees que estás dando a Dios, lo que es de Dios? o simplemente, “esto sí, pero todo lo demás es mío”. El verdadero rico es aquel que ofrenda su vida a Dios, lo que somos. Aquel que le da el todo lo que uno es, lo que hace, lo que ama, nuestros sueños, aspiraciones, proyectos. También frustraciones errores. Esto es vivir de manera generosa: dar lo que somos.

Sabiendo que Jesús nos mira - como os he dicho antes - igual que miraba a esta viuda. Pero no con unos ojos de juicio, sino con unos ojos de amor.

No dice nada el texto, pero yo creo que aquella mujer volvió a casa satisfecha. Volvió a casa feliz, porque sabía que había hecho lo que tenía que hacer.

Tercer principio:

  • No menospreciemos

Y aquí, a veces todos pecamos de especialistas en menospreciar. Esta historia nos habla de, que no podemos juzgar a la ligera. Que no podemos caer en el error de medir y valorar a las personas por la vista, la apariencia, el puesto que ocupan, la cantidad de dinero que tienen en el Banco, el coche que manejan. Jesús nos reta, nos exhorta a no menospreciar a nadie, a no menospreciar al prójimo. Porque lo que a nosotros nos puede parecer insignificante, o poca cosa, o incluso inútil; a Dios no.

Mirad, despreciar la ofrenda de la viuda, es desestimar el bien que podemos recibir de una simple palabra, de un gesto, de un abrazo, de un beso. Esto son monedas. Despreciar estas “dos monedas”, es cerrar la puerta a las bendiciones que podemos obtener de otros. Incluso, en ocasiones, de las personas que menos pensamos.

Tengo un reto para vosotros: Si te encuentras por tu camino dos de estas “moneditas”, no las deseches. Y no estoy hablando de cogerlas físicamente, estoy hablando ahora alegóricamente. No las deseches, míralas, cógelas, abrázalas. Abre tu corazón para recibir todo lo que contiene, aunque sea una simple sonrisa.

Cuántas oportunidades perdemos de ser enriquecidos, por tener nuestros ojos y nuestro corazón cerrados. A veces vivimos tan aceleradamente, que no tenemos tiempo ni siquiera para disfrutar y notar el aire que respiramos. Y no nos damos cuenta de que la vida pasa como suspiro, y nos perdemos el poder saborear cada pequeño momento. Cada pequeño momento que os dan vuestros hijos, que os dan vuestros padres, vuestros amigos, los que aquí estamos.

Os voy a dar una definición: Vivir con generosidad, es darle a la vida más de lo que recibimos.

Aunque nos parezca poco, en ese poco puede haber mucho. Ese poco puede cambiar vidas puede, dar apoyo a alguien cuando lo necesita, aunque no lo pida.

Cuarto principio y el último:

  • El valor de lo poco

Me encanta esto: el valor de lo poco. En ningún momento nos dice el texto que esta mujer se sintiera avergonzada. No tenía apenas nada que dar, pero no se sintió avergonzada. Se acercó donde estaba el sacerdote, tuvo que decir en voz alta, lo que a algunos les hubiera avergonzado reconocer que daban, y lo echó en el cepillo.

Esta mujer era consciente de sí misma, de su realidad. Y la aceptaba, la abrazaba, no intentaba ser lo que no era, y por esto dio sin complejos. A veces, lo que nos ocurre, es que no nos valoramos como somos. No nos reconocemos como somos. Vivimos acomplejados y por esto nos cuesta dar con generosidad, por esto nos cuesta devolver lo que por gracia hemos recibido.

Hemos de aprender a vernos a nosotros mismos, tal y como Dios nos ve y nos ha creado. Valorar la obra que Él ha hecho y sigue haciendo en cada uno de nosotros. Por tanto, no infravalores la contribución, qué puedes hacer en la vida. Al amigo que tienes al lado, al hermano que se reúne aquí, al prójimo que está en necesidad. Da con alegría, sin complejos, aunque sean solo “dos monedas”, porque lo poco sí importa.

Es cierto que la mujer pobre [No sé por qué no lo hizo. Ahora estoy pensando en ello] pero, por qué en lugar de dar dos monedas - porque he hecho todo lo que tenía-  ¿por qué no dio solamente una? ¿porque dio las dos? Podría haber dado solamente una. Nadie se hubiera dado cuenta, y en el cepillo no hubiera habido mucho cambio. Pero ¿por qué dio las dos? Porque si no lo hacía, no era auténtica, ni coherente consigo misma Por esto las dio.

Quedarse algo para sí, hubiera supuesto una diferencia para ella misma. Sí, es verdad, hubiera tenido algo en el bolsillo, pero habría perdido su autenticidad. No te guardes nada en tu bolsillo, tu vida es bonita para ser compartida. Para que otros la puedan saborear, para que otros puedan ser enriquecidos por ti. Puede ser tu tiempo, pueden ser tus dones, puede ser tu dinero. Sé tú mismo, no dejes nunca de serlo por lo que los otros puedan pensar, o cómo te van a juzgar, o porque creas que “¡Oh! es que esto no merece la pena, es tan pequeña cosa” Como esta mañana, al venir aquí, …ver cómo en un carrito traían estas plantitas y las ponían aquí ¿creéis que esto es pequeño? ¿estáis valorando el color de estas macetas? Tal vez no nos damos cuenta, pero ¡qué valor tiene! - yo me siento en un jardín. Gestos como estos marcan la diferencia.

La ofrenda genuina es aquella, que surge de un corazón sincero, de un corazón generoso que se da a Dios, que se da al ser humano, pero con libertad. Tal vez tenemos el sentimiento de que no tenemos mucho que ofrecer. Pero fijaros, si lo ponemos al servicio de Dios, eso que creemos que es poco, Él lo puede multiplicar. Él puede hacer con ello obras, que ni siquiera podemos imaginar.

Realmente, todo depende de casi nada. Depende de si estamos dispuestos, si estás dispuesto, a dar tus “dos moneditas”.

San Ambrosio solía decir, que Dios no se fija tanto en lo que damos, cuánto en lo que nos reservamos para nosotros.

Recuerda las palabras de Jesús, con las que hemos comenzado este mensaje, …porque más bienaventurado es dar, que …recibir; de gracia recibisteis dad de… y su promesa es …dad y se os dará

Es interesante: el dar y el recibir van juntos. Solamente cuando damos, nos colocamos en la posición de recibir.

Recuerda: lo que guardamos, lo perdemos, y lo que damos, lo ganamos.

¡Que el Señor los bendiga!

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