Culte 12 de desembre de 2021 (streaming)

Culte 12 de desembre de 2021 (streaming)

Aquí tens el vídeo complet de la retransmissió en directe del culte del dia 12 de desembre de 2021, i les notes de la predicació a continuació: “El Naixement de Jesús" - Gema Pérez.

https://www.youtube.com/watch?v=PIxX85h6RcQ

Notes de la predicació

Estamos a unos días de Navidad.

Es en dos semanas, pero con la llamada Campaña Navideña, creo que todos ya nos hemos puesto en marcha y en todos los preparativos.

Si os preguntara qué es lo que más os gusta de la Navidad ¿Qué podríais decir a esto?

…Bueno espero que haya algo más que el turrón, pero estaba está bien…Sería interesante escuchar cada una de nuestras cosas favoritas de la Navidad. ¿No?

Pero ¿qué tradiciones navideñas os emocionan más, en esta época del año? Porque la Navidad, de alguna manera, está llena también de tradiciones a las que, quien más quien menos, todos nos unimos de alguna manera

En casa, además del del Árbol y el Belén (el Nacimiento), comenzamos con una tradición con nuestros hijos, cuando eran pequeños. Era la tradición del Calendario de Adviento.

Supongo que sabéis en qué consiste el calendario de Adviento. No sé si alguno de vosotros ya lo tenéis como tradición en casa. Es un calendario con cuatro veinticuatro casillas, que comienza el día uno de diciembre, y termina el veinticuatro. Cada día se va abriendo una casilla; se van abriendo casillas y van apareciendo dibujitos, adornos de Navidad, y el último día [está de aquí] aparece el veinticuatro, Jesús.

Nosotros abríamos la ventanita correspondiente en casa  - la que tocaba-  y lo celebrábamos. Bueno… los niños lo celebraban, con un huevo de chocolate. Alguna vez, también, a los padres nos caía a algún huevo, de vez en cuando. Pero cuando los niños fueron ya algo más grandes, y ya podían leer por ellos mismos, cambié el Calendario de Adviento clásico, por la lectura de veinticinco versículos. Veinticinco versículos de la Biblia, que nos acercaban cada día al nacimiento de Jesús.

He traído para que vierais cómo lo hacíamos: Teníamos veinticinco tarjetas con veinticinco promesas. Así que, pues, cada día leíamos una tarjeta y colgábamos una, o la pegábamos. [Al final, terminé rompiendo las tarjetas, porque el Blu-Tack no fue muy efectivo]

Así que, cada día leíamos una tarjeta y la colgábamos, creando una línea secuencial (podéis imaginar colgada en una cuerda) Creábamos una línea secuencial, histórica, desde la Creación hasta el Nacimiento de Jesús. Eran, y son, veinticinco promesas relacionadas con Jesús, y con su venida; y que alguna de ellas voy a mencionar.

Me hubiera gustado haberlas leído todas, pero por recomendación, me han dicho que no las lea todas de golpe. Así que, de alguna manera, alguna de ellas sí que las mencionaré más tarde.

Después de leer veinticuatro promesas, veinticuatro versículos, el día veinticinco completábamos este calendario. Que, aunque no aparecen en los clásicos calendarios, nosotros teníamos el día veinticinco, y leíamos Juan 3.16, que supongo que todos, más o menos, ya conocéis el versículo de memoria.

Estamos en una serie sobre las “Maravillosas promesas de Dios”, y juntos estamos repasando y recordando esas promesas. Cuando en esta época del año encendemos alguna de estas velas, como hemos hecho hoy, estamos recordando promesas de esperanza, promesas de fe y de vida. Pero si me lo permitís (y lo siento mucho por los que me habéis precedido en la serie de las Maravillosas Promesas de Dios), dejadme deciros que, en mi opinión, la más maravillosa, la promesa por excelencia, es la promesa de Jesús. Es Jesús mismo, la más maravillosa de las promesas, porque Jesús contiene todas las promesas.

Figuradamente, podríamos decir que, el jarrón es Jesús mismo. En él están contenidas todas las promesas, que hemos estado trabajando durante estas semanas, y que hemos ido incluyendo y poniendo en ellas. Jesús, pues, es el cumplimiento de todas las promesas; las pasadas y las futuras.

Y es que, toda la Biblia habla de Jesús. Si los primeros libros nos hablan de su venida a la tierra como El Salvador, el Nuevo Testamento hace referencia a su segunda venida como Rey.

El libro del Génesis registra la que fue la primera promesa; leemos en Génesis 3.15 …habrá siempre enemistad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la de ella. El descendiente de la mujer te aplastará la cabeza mientras tú, solamente le morderás el talón. 

Este versículo hace referencia al plan de Dios para restaurar al ser humano en su caída. La promesa, que está planteada como una profecía, expresa la primera señal en la que Dios reveló su Pacto de Gracia al prometer un Salvador.

Y el cumplimiento sobre Génesis 3.15, lo encontramos en Juan 3.16 que dice así: …porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna

Juan 3.16, yo diría, que [y con permiso igualmente de los que me han precedido] es ¡la más maravillosa de todas las promesas! Es el versículo que resume todo el mensaje bíblico, ya que habla del pasado, del presente, y del futuro, del plan de Dios para la humanidad.

El versículo dice

porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo…, esto nos habla del pasado; el corazón de Dios por la humanidad,

…para que todo aquel que en él crea…, nos habla del presente. Del presente de cada persona, que escucha y que cree.

Y al final, dice

…no se pierda, más que tenga vida eterna. Esta frase nos habla del futuro, de la eternidad.

La historia de la Navidad, o del Adviento, es más que un conjunto de tradiciones, es más que un mito sentimental, o las simples Fiestas, como ahora tratan de llamar a la Navidad [que quieren imponer, o cambiar, este nuevo este concepto]

La historia de la Navidad es la Buena Noticia de que, Dios viene para estar entre nosotros.

Dice Isaías 7.14, Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la Virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

Cuando conocemos a alguien, por primera vez, lo que hacemos es dar nuestro nombre, “me llamo fulanito, …tú te llamas…” Nos introducimos con nuestro nombre; preguntamos y damos nuestro nombre. Porque de alguna manera, el darle el nombre, es nuestra primera señal. Es la identidad de quiénes somos, la señal que nos identifica que nos da valor. Porque el nombre propio, de alguna manera, es nuestra seña de identidad.

Este pequeño detalle, de llamar a las personas con su nombre, provoca un efecto psicológico muy gratificante. Nos hace sentir valorados; establece un puente de confianza, y vuelve a las personas más receptivas. El nombre dice mucho de nosotros, de quiénes somos, y de quienes nos lo han puesto. También son un indicativo del lugar donde vivimos, la sociedad en la que estamos, las modas, las tradiciones, la historia. Incluso en la cultura hebrea, el nombre, además de su valor designativo, tenía un valor simbólico, tanto, o más importante.

Ochocientos años antes del nacimiento de Jesús, Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre. Leemos en Filipenses Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria De Dios Padre.

De hecho, Dios dio varios nombres para describir la identidad de Jesús; son nombres que contienen la esencia de quién es Él. El texto, también en Isaías, nos dice, Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Estos nombres, en sí mismos, son ricos en significado. Tienen un significado profundo que, si los considerásemos bien, pueden tener una incidencia importante en las vidas de las personas. Pero además de estos nombres dados por el Padre, Jesús es llamado: Sumo Sacerdote, Maestro, Salvador, Mesías, Hijo de Dios, Cordero, etcétera… podríamos aquí hacer una lista interminable.

He llegado a encontrar una lista de hasta de cien nombres; cien nombres atribuidos a Jesús. ¿Conocéis a alguien con tantos títulos y nombres? Bueno… se habla, que la duquesa de Alba era la mujer que tenía más títulos nobiliarios de todo el mundo, y de toda la historia. Incluso que la propia reina de Inglaterra.

Pero ¿en qué cambiarían nuestras vidas, si fuéramos conscientes de las implicaciones que cada uno de estos nombres tienen? ¿Qué cambiaría para nosotros?

Realmente, Jesús es una persona singular y única, en toda su esencia.

Colosenses dice:

Él es la imagen del Dios invisible el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y, él es antes de todas las cosas y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz

¡Vaya definición! Seguro que conocéis este versículo; lo hemos leído infinidad de veces. Pero leído en este contexto que estamos ahora mismo hablando de Jesús, ¡que definición más increíble, se hace sobre la persona de Jesús! ¿no lo creéis?

Y aunque nos quedásemos con un único nombre. Aunque nos quedásemos con el nombre de Emmanuel, qué significa literalmente Dios con nosotros, ¿de qué manera cambiarían nuestras vidas, si fuéramos realmente conscientes de que Dios está con nosotros

¿Cómo afectaría y determinarían nuestras vidas, nuestros pensamientos, nuestras decisiones, nuestras acciones y conductas? ¿lo habéis pensado alguna vez?

Dios está con nosotros. Está aquí, está aquí…

Pero no solo Dios dio el nombre a Jesús, él mismo se identificó a sí mismo como YO SOY

Sí antes hablaba del valor de dar el nombre, cuando estamos en un encuentro por primera vez [nos presentamos… nuestro nombre… preguntamos a la otra persona cómo se llama…] incluir en la presentación algunas características personales, aporta una información importante sobre nuestra identidad.

¿Cómo os describiríais? ¿qué diríais de vosotros mismos en un encuentro por primera vez con alguien? O, si tuvierais que describir a otra persona ¿qué diríais, que diríamos? ¿Tal vez haríamos una descripción física? ¿Hablaríamos de las cosas que nos gusta hacer, de los simpáticos que somos? O no… Seguro que pocos mencionaríamos nuestros propios defectos.

Cuando Dios se mostró a Moisés, y éste le preguntó sobre su nombre, Dios se identificó como YO SOY. YO SOY fue el nombre, que Dios se dio a sí mismo, y aparece en la Biblia más de 6.500 veces (en el Antiguo Testamento) para referirse a sí mismo. Dios se identifica a sí mismo como el Único. Él es el origen de nuestra existencia, nos da seguridad, valor y aceptación.

Seguimos en Isaías. Uno de los textos que leíamos - cuando los niños- en el calendario de Adviento, que os he mencionado antes, dice: Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí… Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor… Yo soy el primero, yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

Jesús también usó para sí mismo esta identidad del YO SOY

[creo que tenéis una diapositiva para que podáis seguir, lo que ahora os voy a decir]

Lo conocemos, lo hemos leído muchas veces, lo hemos trabajado, lo hemos estudiado. Pero seguimos en el contexto de hablar de Jesús como “La más maravillosa de todas las promesas”

Él se identificó como el Pan de Vida, es decir, Sustentador de la vida, alimento espiritual.

Él se identificó como la Luz del mundo…

Yo soy la luz del mundo; el punto focal que disipa toda oscuridad.

Yo soy el agua, la fuente que satisface la sed interior; y esta es una de las promesas que precisamente se ha trabajado en estos domingos.

Yo soy la resurrección, el poder que va más allá de la muerte

Yo soy la puerta, acceso al Padre - un lugar de conversación.

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; da dirección, seguridad, confirmación

Yo soy la Vid verdadera; la idea de permanencia, de pertenencia, de identidad, de fruto.

Yo soy el Buen Pastor; él es nuestro protector, nos conoce a cada uno por nuestro nombre.

Estas son palabras de autoridad, de convicción, de afirmación. Jesús sabía quién era. Él dijo de sí mismo ser Hijo de Dios, por lo tanto, se identificaba con el Padre. Las declaraciones de Jesús sobre sí mismo, corresponden con lo que él hacía, con relación a lo que él decía, YO SOY.

Cuando él leyó en la sinagoga - le invitaron a leer en el libro de Isaías-  él leyó en el libro de Isaías 61; reclamó para sí mismo la declaración de su misión. Él dijo: Hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros. Y todos se admiraban y daban buen testimonio de él por las cosas que él decía.

Jesús estaba seguro de su identidad; de dónde venía y hacia dónde iba. Sabiendo Jesús, que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba. Jesús tenía una certeza de su propia identidad.

Pero ¿por qué es tan importante la declaración del nombre YO SOY, dicho por Jesús? [esta es una de las preguntas que pondré en los grupos de oración, en las aulas]

Voy a dar algunas pistas, pero seguro que podréis seguir hablando mucho más de ello.

El gran YO SOY de Jesús, es poder de vida en, y para nosotros.

Saber quién es Jesús:

Que él es la promesa del Padre, que fue cumplida.

Que él es la fuente principal de satisfacción, que nos completa.

Que él es suficiente para cubrir nuestras necesidades más profundas.

Que es una provisión gratuita, que le costó a él su propia vida.

Saber todas estas cosas de Jesús, cambia muchas cosas. Cambia nuestra manera de pensar.

Porque sabemos quién es Jesús, podemos confiar en él, en todas y en cada una de nuestras circunstancias. Mis valores están fundamentados en principios seguros y sólidos. Puedo poner mis pensamientos en aquello, que sé que va a ser bueno para mí.

Saber quién es Jesús cambia mi estilo de vida, cambia nuestro estilo de vida. Si creo y confío en las palabras de Jesús, mi estilo de vida demuestra y evidencia, que puedo vivir de una manera diferente y segura.

Y es en este punto, de que cambia nuestra forma de vivir, donde todas las promesas que hemos ido trabajando estas semanas, y que están ahí en este jarrón, se hacen patentes en nuestras vidas. Porque las creemos, y las podemos vivir y experimentar

Saber quién es Jesús cambia nuestro corazón. Dice Proverbios 4.23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida

Solemos asociar el corazón con los sentimientos y las emociones, sobre todo en el tema romántico - este mundo romántico de película. Pero en tiempos bíblicos, cuando se habla del corazón, el significado es totalmente diferente. La Biblia habla del corazón, en referencia a todo nuestro ser. Abarca toda nuestra persona, toda nuestra identidad, nuestra mente, nuestras emociones, nuestra voluntad y nuestra conciencia.

El corazón, no es solamente algo con lo que sentimos emociones - que también. El corazón piensa, decide, y discierne el bien del mal; algunos expertos le han llamado el segundo cerebro. El corazón es el lugar donde tomamos decisiones de hacer algo con voluntad y determinación, a la vez que lo guardamos de actitudes negativas y sentimientos decepcionantes.

Uno de los versículos que leíamos en nuestro particular Calendario de Adviento [siguiendo la secuencia histórica, que os he mencionado] es este en Romanos:

…pues han conocido a Dios y, sin embargo, no le han tributado el honor que merecía, ni le han dado las gracias debidas. Al contrario, se han dejado entontecer con vanos pensamientos y su necio corazón se ha llenado de obscuridad… 

El corazón de la humanidad se volvió necio y se llenó de oscuridad.

El mensaje de Navidad es, que Dios nos amó tanto, que envió a su Hijo para sanar y restaurar nuestros corazones rotos y oscurecidos por el pecado.

Dice Lucas 4 el Espíritu del Señor… me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón.

En nuestra caída espiritual, nuestro corazón se hizo añicos. Cuando nos separamos del Señor, toda nuestra vida se vio afectada nuestro; corazón se hizo añicos. Solo en las manos del Creador, nuestro corazón puede volver a su forma original. Jesús sostiene mi corazón - vuestro corazón-  en sus manos sanadoras, haciéndolo completamente nuevo.

Dice Ezequiel 36.26 les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; les quitaré ese terco corazón de piedra, y les daré un corazón tierno y receptivo… para poder amar a Dios con todo nuestro corazón

Pues hasta aquí…. 

Y haciendo un resumen, podríamos decir, que la época del Adviento es una señal brillante que apunta a Jesús.

Estas velas, que vamos a encendiendo en estos domingos, nos recuerdan la promesa de que Dios vino a este mundo, para traer luz a nuestras vidas. Luz, que brilla y alumbra en medio de nuestra oscuridad.

Juan 1 dice, aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

Hemos dicho, y estamos de acuerdo en ello, que:

Jesús es la más “maravillosa promesa” hecha realidad, que celebramos en Navidad.

Él es Emmanuel, “Dios con nosotros”

Él es nuestro Consejero Admirable, el que es nuestro Padre Eterno, que nos ama de una manera más profunda de lo que podamos imaginar o pensar.

Y que él, anhela estar cerca de nosotros.

Jesús es nuestro YO SOY, en nuestras más grandes deficiencias, debilidades, vulnerabilidades y oscuridad.

Él es nuestro Sustentador, nuestro Camino, nuestra Verdad y Vida, nuestro Pan Diario, nuestro Protector.

Jesús es nuestra Fuente de paz, alegría y esperanza.

Él vino para traernos luz en nuestra oscuridad y restaurar nuestras vidas.

Jesús vino en Navidad para sanar nuestros corazones rotos.

Y mientras celebramos la Navidad, recordemos en Nombre de quién lo hacemos, y vivamos la plenitud de quién es él.

¡Así sea!

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