Pedro corrió al sepulcro

Pedro corrió al sepulcro

En el evangelio de Lucas se dice que “levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido” (Lc. 24:12). Sin embargo, el evangelista Juan escribió:

“Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó” (Jn. 20:3-8).

¿Hay conflicto entre estos dos textos bíblicos? ¿Fue Pedro solo al sepulcro de Jesús o le acompañó también Juan?

La armonía entre las narraciones

Algunos críticos de la Biblia dicen que la resurrección de Jesús no es creíble, precisamente por las contradicciones internas que presentan los diversos relatos. Sin embargo, a pesar de las diferencias, cuando estas narraciones se escudriñan en profundidad se descubre una armonía oculta detrás de todas ellas.

Al ser explicaciones realizadas por diferentes testigos cristianos, —y por tanto, en principio, merecedores de respeto y confiabilidad— lo lógico es que haya ligeras diferencias entre ellas, aunque en el fondo revelen también una profunda unidad.

Tales diferencias muestran que los autores humanos no se confabularon entre sí para presentar un mismo relato inventado o modificado de lo que realmente había ocurrido. De manera que decir que los evangelios se contradicen es algo que no se corresponde con la realidad.

Es verdad que el versículo de Lucas (24:12) no se encuentra en algunos manuscritos antiguos. Tal como reconoce el Comentario Bíblico Mundo Hispano al decir: “Este texto es omitido por algunos manuscritos antiguos muy calificados; no obstante, sí aparece en uno de los manuscritos antiguos más confiables, como el Códice de Beza (D)”.

Dicha omisión puede ser interpretada como uno de los primeros errores de copia. No obstante, si se asume que este versículo de Lucas es confiable y que sí aparecía en los textos originales, es posible que el evangelista mencione solo a Pedro porque él era el líder de los dos, el mayor y de más autoridad dentro del grupo, o por alguna otra razón.

Lo cual no significa que el otro discípulo no le acompañase. Esta práctica de mencionar solo a un personaje, al principal, se hace también a propósito de María Magdalena, ya que ella fue la primera en hablar, pero esto no significa que no le acompañasen también otras mujeres (Jn. 20:2), o incluso en la identificación de un ángel en la tumba (Mt. 28:5), en vez de dos (Jn. 20:12). Nombrar únicamente a una persona o ser angélico como líder de un grupo era una práctica habitual que no excluía necesariamente la presencia de otros posibles testigos.

Relatos individuales e independientes

Lo que demuestra el hecho de que los testimonios de los diferentes evangelistas no sean idénticos palabra a palabra es que realmente se trata de relatos individuales e independientes y esto, tal como decimos, descarta una posible confabulación malintencionada.

El relato de cada evangelio, así como el orden de los distintos acontecimientos dentro del mismo es claro y coherente, tal como cabría esperar de unas narraciones verídicas. Hay una abrumadora evidencia de que estos textos evangélicos son auténticos.

Además de la realidad de que existen más manuscritos del Nuevo Testamento que de cualquier otro libro escrito en el mundo antiguo, cuando se analizan los seis relatos principales sobre las apariciones de Jesús después de su resurrección (Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24; Juan 20-21; Hechos 9 y 1ª Corintios 15), y se observa la gran cantidad de testigos oculares mencionados, no caben dudas acerca del hecho de que Jesús se levantó realmente de entre los muertos. Esto es lo que creían quienes habían sido testigos de tal acontecimiento.

Conclusión

Es evidente que el evangelista Lucas tenía un gran aprecio y respeto por el apóstol Pedro, de ahí que desee resaltar deliberadamente su figura y solo lo mencione a él corriendo hacia el sepulcro de Jesús.

Lo que ocurrió durante la semana de la pasión, la triple negación, probablemente había hecho mella no solo en su persona, sino también entre los demás discípulos. Por eso, Lucas intenta reivindicar la figura del apóstol impulsivo, pero felizmente arrepentido de su error.

Pedro observó el sepulcro vacío y quizás experimentó un sentimiento contradictorio de alegría y a la vez de quebrantamiento interior. ¡Su querido Maestro, aquel a quien él había negado, estaba vivo!

¿Cuántos Pedros moran todavía en nuestro interior?

 

Article publicat originalment a Protestante Digital, el 09 d'abril de 2023.

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