Todo tiene su tiempo y su espacio

Todo tiene su tiempo y su espacio

En el libro bíblico de Eclesiastés se dice que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Ec. 3:1). Además, hoy sabemos que —después de los descubrimientos de Einstein— el tiempo y el espacio están íntimamente relacionados.

Ambos nacieron juntos y probablemente juntos morirán. De manera que nuestra vida viene determinada no solo por las manecillas de los relojes, sino también por el medio ambiente local en el que nos desenvolvemos.

Ecosistemas alterados

No obstante, esto, que siempre ha sido así, hoy se ve profundamente alterado por ese afán de traspasar todos los límites a la máxima velocidad. Ya no se soportan las fronteras de ningún tipo.

Actualmente, la consigna parece ser alcanzar si más confines mejor y cambiar pronto las cosas de su lugar natural. Una de las consecuencias biológicas de tal permuta incesante es aquella que altera los ecosistemas de la naturaleza.

La frenética actividad humana ha venido contribuyendo a trasladar especies desde un extremo a otro del mundo. Generalmente, esto perjudica los sistemas de acogida porque los organismos que se introducen, libres de los depredadores que tenían en sus ambientes originarios, se reproducen en exceso y disminuyen notablemente las poblaciones autóctonas que estaban equilibradas.

El insecto asesino

Un pequeño insecto americano, introducido recientemente en la península ibérica y que ilustra bien todo esto, es el vulgarmente denominado “insecto asesino”.

El nombre ya lo dice todo. Se trata de un hemíptero, es decir, un orden que se caracteriza por tener una boca adaptada a picar y chupar los jugos internos de otros insectos.

Es, por tanto, un depredador formidable, a pesar de su reducido tamaño. Pertenece a la extensa familia Reduviidae de las chinches asesinas.

Se trata de la especie Zelus renardii oriunda del norte y centro de América, pero extendida por archipiélagos oceánicos como Hawái, Filipinas, Samoa, etc. y que fue citada por primera vez en Grecia, en el 2010.

Todo tiene su tiempo y su espacio

Insecto asesino adulto en el que pueden apreciarse ya las alas desarrolladas, que está chupando los jugos internos de una mosca. / Verde y azul.  

Dos años después se la encontró en Murcia, en el 2020 se fotografió en Tarragona, más tarde en Barcelona y sigue expandiéndose hacia el norte.

Puede actuar también sobre los humanos produciendo dolorosas picaduras,[1] aunque no suponen un peligro grave.

El insecto en Terrassa

Ayer, mientras regaba el pequeño jardín de la azotea en Terrassa (Barcelona), descubrí una pequeña ninfa de esta singular especie posada sobre una flor de clavellina (Dianthus chinensis).

En esta fase juvenil, apenas si pueden verse los rudimentos de las alas que poseerán de adultos. No obstante, ya son capaces de atrapar moscas y otros insectos que se acercan a la flor atraídos por su néctar.

Gracias a un pegamento que poseen en sus patas, se enganchan eficazmente a la presa y literalmente la absorben viva como si fuera un refresco.

Se trata de una especie invasora que supone una amenaza para la fauna autóctona, ya que se nutre de numerosas especies de insectos, se reproduce pronto, se dispersa ampliamente y se adapta bien a los climas templados y tropicales.

Conclusión

Al alterar los ecosistemas creados por Dios, el ser humano es responsable de la crisis ambiental delante del Altísimo. No obedecerle ni respetar su voluntad ha sido siempre una fuente productora de males insospechados.

Si la crisis acaba con la humanidad, no podremos echarle la culpa al creador, sino que se deberá al egoísmo y la torpeza humana. Pero quizá estemos todavía a tiempo de arrepentirnos y cambiar las cosas.

Tal vez podamos aún nacer de nuevo y abrir nuestra alma a la misericordia cósmica.

[1] A propósito de un caso de picadura producida por Zelus renardii (Heteroptera, Reduviidae) – El desinsectador y desratizador

Publicat originalment per a Protestante Digital, el 22 de setembre de 2022.

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