Narcisos

Narcisos

Uno de los poemas más conocidos en Gran Bretaña se titula Los Narcisos, y fue escrito por el poeta romántico William Wordsworth en 1804. En el poema, Wordsworth rememora un momento de encuentro con la naturaleza al ver un gran grupo de narcisos a la orilla del lago Ullswater.

William Wordsworth y su hermana Dorothy

El Distrito de los Lagos es uno de los parques nacionales más visitados en el Reino Unido y, de hecho, fue una de las primeras zonas naturales británicas en contar con este título. Parte de su fama la debe a la belleza natural de lagos y montañas con pequeños  pueblos pintorescos.

El movimiento de los poetas románticos ingleses buscaba encontrar inspiración en la naturaleza, en los lagos, las nubes, los pequeños habitantes de los bosques y el esplendor de la belleza de la naturaleza en estado puro.

William Wordsworth y su hermana Dorothy, como buenos montañeros, disfrutaban las excursiones y los paseos, y en una de estas salidas de primavera la belleza de los narcisos bailando al viento a la orilla del agua les impactó de tal manera que Dorothy hizo una minuciosa entrada en su diario del 15 de abril de 1802, detallando ese hallazgo natural.

Nunca vi narcisos tan bellos, crecían entre las piedras mohosas, alrededor y entre ellas, algunos reposaban sus cabezas encima de estas piedras como si fueran cojines para descansar y los demás se agitaban y se mecían y bailaban y parecían reírse de verdad con el viento que soplaba sobre ellos por encima del Lago, qué alegres se veían, tan resplandecientes, tan cambiantes.

Emoción evocada en la tranquilidad

No fue hasta dos años más tarde que su hermano William, releyendo el diario de su hermana, regresó inspirado por la emoción de aquella epifanía natural. Según su propia idea de la creación poética, quiso recordar el memorable encuentro con los narcisos en un momento de tranquilidad y reflexión.

No lo escribió en el impacto de la emoción, sino dos años más tarde, evocando en tranquilidad aquel momento en que la naturaleza le tocó las fibras más sensibles de su alma. Entonces desgranó su inspiración en un poema corto que se ha convertido en un emblema de la poesía romántica.

Erraba solitario como una nube

que flota sobre valles y colinas,

cuando de pronto vi una multitud

de dorados narcisos: se extendían

junto al lago, a la sombra de los árboles,

en danza con la brisa de la tarde.
 

Reunidos como estrellas que brillaran

en el cielo lechoso del verano,

poblaban una orilla junto al agua

dibujando un sendero ilimitado.

Miles se me ofrecían a la vista,

moviendo sus cabezas danzarinas.
 

El agua se ondeaba, pero ellos

mostraban una más viva alegría.

¿Cómo, si no feliz, será un poeta

en tan clara y gozosa compañía?

Mis ojos se embebían, ignorando

que aquel prodigio suponía un bálsamo.
 

Porque a menudo, tendido en mi cama,

pensativo o con ánimo cansado,

los veo en el ojo interior del alma

que es la gloria del hombre solitario.

Y mi pecho recobra su hondo ritmo

y baila una vez más con los narcisos.

Dios cuida de sus hijos

Siempre que leo este poema recuerdo las palabras de Jesús en el Sermón del Monte:

28 »¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. 29 Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. 30 Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! 31 Así que no se preocupen, preguntándose: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” 32 Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. 33 Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. 34 No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas.

Mateo 6:28-34 Dios Habla Hoy.

Me gustaría hacerte evocar un momento en el que sentiste la belleza de la naturaleza reflejando la gloria de Dios: quizá en un prado de flores silvestres, o en un atardecer en lo alto de una colina. A lo mejor quedaste asombrado viendo la Vía Láctea en una noche sin luna, o quizás en el destello de una estrella fugaz. El poder de las olas del mar en las rocas, o el murmullo de un arroyo incansable también son perfectos para ver la fuerza creadora de Dios. El detalle natural refleja la magnificencia de la creación y la mano que la diseñó con una belleza minuciosa.

La creación revela al Creador y eso nos debería llevar al agradecimiento y la adoración.

Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. Romanos 1:20

El mito de Narciso

¿Recordáis el mito de Narciso? Un joven extremadamente bello que era incapaz de aceptar el amor de nadie, ni de ver la belleza más allá de sí mismo. Al ver su reflejo a la orilla del agua quedó tan profundamente enamorado de su propia imagen que no podía dejar de mirar su propia belleza reflejada en el agua, hasta el punto de caer en el lago y morir ahogado, absorto en su propia autocomplacencia. Se cuenta que de allí nació la preciosa flor del narciso. ¿Me pasa esto a mí? ¿Estoy enamorado de mi propio reflejo, de mi ego y de mis logros, sin ver a nadie más alrededor y olvidándome de mi Creador?

Es lo que sucede cuando perdemos de vista al Creador y solo nos vemos a nosotros mismos.

21 A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos y se les oscureció su insensato corazón.

22 Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios

23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal.

Romanos 1: 21-23

Quisiera pedirte que hicieras un último ejercicio de memoria. Te voy a pedir que, tal como lo hizo Wordsworth, rememoraras en tranquilidad la gran emoción del momento en que encontraste la belleza del Creador y pudiste ver la cara de Jesús

Recuerda el momento en el que oíste la llamada de Jesús y le aceptaste en tu corazón.

Recuerda la paz y la tranquilidad que trajo a tu vida. Recuerda la sensación de perdón profundo y descanso en tu alma. Emoción evocada en la tranquilidad.

Y si todavía no has tenido ese encuentro con Jesús, te animo a que le busques, a que leas la Biblia y te dejes inspirar por Él, a que mires profundamente en la naturaleza y encuentres la huella del Creador. 

No mires tu reflejo en el lago. Levanta la cabeza y mira las montañas y las estrellas. Encuentra a Dios y deja que la Eternidad entre en tu vida

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