El sustituto del perfeccionismo en el servicio

El sustituto del perfeccionismo en el servicio

Muchas veces nos equivocamos al pensar que nuestro servicio a Dios debe ser perfecto y que, en consecuencia, no se nos permite fallar. Este estándar tan alto suele convertirse en una carga muy grande y pesada que llevamos sobre nosotros, que incluso puede llegar a bloquearnos cuando vemos que no alcanzamos el nivel de perfección.

A menudo aplicamos el perfeccionismo porque creemos erróneamente que esta es la manera correcta de actuar y de servir a nuestro Dios.

Sin embargo, la Biblia no nos habla de un servicio perfecto, sino de un servicio que busca aquella excelencia que honra a Dios con todo el corazón, cuerpo y alma.

"Ciertamente, ya sea que comáis, bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." (1 Corintios 10:31)

La perfección de Dios

Un hecho que todos tenemos claro es que Dios es perfecto y que, por lo tanto, Él es merecedor de un servicio también perfecto (Mateo 5:48). Por otro lado, Dios nos ha creado, y Él sabe de primera mano que somos imperfectos por naturaleza y que nunca podríamos alcanzar la perfección en el servicio.

Entonces, ¿cómo podemos servir a un Dios perfecto siendo nosotros imperfectos?

La respuesta es Jesús. Jesús fue enviado por Dios para morir por nuestros pecados, y gracias a este sacrificio, nosotros somos justificados por su gracia.

"Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que hay en Cristo Jesús." (Romanos 3:23-24)

La generosa gracia de Dios

Es Dios quien llena nuestras carencias con su gracia para que podamos entrar en su presencia y servirle. A través de nuestro servicio, que busca la excelencia en honrar a Dios, su gracia llena el espacio que nos queda para alcanzar la perfección y así servirle. Fue gracias al sacrificio de Jesús que nosotros, siendo imperfectos, podemos seguir a nuestro Dios, que es perfecto (Efesios 2:8-10).

"Mi gracia te basta, porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por eso, me alegraré sobre todo en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo." (2 Corintios 12:9-10)

Dios nos ama tanto que es en nuestras debilidades donde su poder se perfecciona. Dicho de otra manera, el poder de Dios y la gracia de Dios son los que actúan en nuestras imperfecciones y nos permiten servir a nuestro Dios, que es perfecto; ya que con nuestras propias fuerzas nunca podríamos llegar a ser perfectos en el servicio.

Una vez visto todo lo que Dios hace por nosotros día tras día para que podamos servirle, honrarle y estar en su presencia, nosotros tenemos la responsabilidad de actuar con excelencia, según las herramientas, posibilidades y conocimientos que tengamos en el momento, como un acto de gratitud a Aquel que cubre nuestra imperfección con su gran poder.

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