Gestos de paz

Gestos de paz

El 24 de febrero nos despertábamos con la noticia de que Rusia había empezado los ataques bélicos en Ucrania. Pronto se cumplirá un mes de esta reciente guerra que nos rompe el alma de nuevo. 

La guerra de Ucrania en las redes

Como muchos de vosotros, sigo con atención las noticias y los reportajes de las personas que están sufriendo las consecuencias de este sinsentido. Y en una época de fake news y sabiendo que muchas veces las noticias vienen sesgadas, me interesé por periodistas y personas que explican en Twitter y en Instagram cómo están viviendo y sobreviviendo el conflicto en primera persona.

Es desgarrador ver la realidad de la guerra sin filtros y narrada en tiempo real. La guerra es de los males más terribles de nuestra sociedad y, a pesar de saber como acaban, la humanidad solo consigue tropezar una y otra vez con la misma piedra.

La experiencia de Marcus Yam

Marcus Yam es un fotoperiodista que trabaja para Los Angeles Times y que se encuentra en Ucrania cubriendo la guerra. Ha cubierto numerosos conflictos en el extranjero, desastres naturales y temas sociales y humanitarios. 

Tiene un talento natural para la fotografía y ha ganado prestigiosos premios de periodismo. Si sigues sus crónicas, podrás observar la gran humanidad que capta a través de su objetivo y que plasma, de manera exquisita, los gestos de las personas que retrata. 

En el séptimo día del conflicto, Marcus fue el protagonista de su propia crónica. Así lo explicó él mismo en Twitter:

 

 

“Día 7 de la invasión de Rusia: cubro el reportaje en una estación de metro de Kiev cuando de la nada aparece Uliana, de 9 años, y me toca el brazo. Me regala un bordado con forma de corazón que ella misma ha tejido mientras se encuentra con su familia buscando refugio de los ataques aéreos bajo tierra. Foto cortesía de su mamá. #Ucrania.”

El gesto de paz de la pequeña Uliana me llegó al alma. Tejió un corazón de hilo rojo en medio de la angustia y la uncertidumbre de los bombardeos, y entre la multitud, buscó a un desconocido, le tocó en el brazo y le hizo este regalo de bondad. La calma en la cara de Uliana es latente, como también lo es la alegría y la sorpresa en la cara de Marcus. 

Hay esperanza, pensé. Hay luz en medio de la oscuridad.

Los gestos de paz en la Biblia

Me fascinan los gestos de esta pequeña historia. Un gesto de bondad en medio de la angustia y el desconcierto. Un gesto de paz. Y me hace pensar en los gestos de la vida de Jesús, cuando las personas se le acercan para que les sane. Jesús se vuelve hacia ellas con infinita bondad y misericordia. Se conmueve por las personas que están sufriendo y con amable sonrisa extiende su mano para ayudarlas. 

Lee de nuevo la parábola del buen samaritano en el capítulo 10 de Lucas y analiza los gestos de los protagonistas. Cuando es atacado por los ladrones, el viajero es apaleado y abandonado medio muerto en el camino. 

Por suerte, un sacerdote le ve… pero con gesto de desprecio da un rodeo y le abandona. Un levita, servidor en el templo y conocedor de la ley de Dios, repite el gesto de indiferencia y le deja tirado también. Qué triste. 

Y llega el Samaritano, el hereje, el paria, el apestado… que siente compasión y con un gesto de bondad se agacha para curar las heridas del moribundo, las venda, y le lleva a la posada y le cuida durante la noche corriendo con los gastos de todo.

Quien se hizo prójimo del hombre fue la persona que tuvo compasión de él.

No olvides la importancia de tus pequeños gestos. Hoy y siempre ofrece tu sonrisa, alarga tu mano para saludar, inclina tu cabeza en oración y emplea tu tiempo y tu donación en ayudar a la persona que está a tu lado y necesita tu gesto y tu bondad para iluminar su día.

Gestos de paz. Gestos de compasión. Gestos de bondad. Son pequeños, pero pueden cambiar una vida entera.

Señor, ¡haz de mí un instrumento de tu paz! 
Que allí donde haya odio, ponga yo amor; 
donde haya ofensa, ponga yo perdón; 
donde haya discordia, ponga yo unión; 
donde haya error, ponga yo verdad; 
donde haya duda, ponga yo fe; 
donde haya desesperación, ponga yo esperanza; 
donde haya tinieblas, ponga yo luz; 
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto 
ser consolado como consolar; 
ser comprendido, como comprender; 
ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe; 
olvidando, como se encuentra; 
perdonando, como se es perdonado; 
muriendo, como se resucita a la vida eterna.

(Oración publicada en 1912, de origen incierto pero atribuido a Francisco de Asís)

 

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