4 “tomas” hacia ese sentimiento de amor que se ha perdido

4 “tomas” hacia ese sentimiento de amor que se ha perdido

Una canción de mi infancia que me encanta es You’ve lost that loving feeling (“Has perdido ese sentimiento de amor”) por los Righteous Brothers. Tom Cruise y sus compañeros pilotos de la armada le dieron a la canción una segunda vida en la película Top Gun. Es fácil cantar junto con la canción mientras se realizan tareas o reírse de las escenas en las que Maverick y Goose ligan con su instructora después de clase.

Sin embargo, cuando uno vive una situación real en que se pierde el sentimiento de amor en el matrimonio, puede ser desconcertante. Puede que la relación que debe traer intimidad y seguridad ya nos hace sentir decepcionados y lastimados.

La relación matrimonial es compleja y si no se nutre, no es raro que se instale el aislamiento en la relación debido a una variedad de motivos. Hay una tentación de quedarse fijado en los errores o fallos del cónyuge, en la decepción de vivir un matrimonio menos satisfactorio de lo esperado o al quejarse por el malestar de la relación.

Aunque nunca diría que hay un arreglo simple para curar un matrimonio estancado, creo que es posible reavivar la relación si los dos están dispuestos a trabajar en ello. A continuación, miramos 4 posibles “tomas” que uno mismo puede comenzar a practicar para resucitar y renovar la relación matrimonial.

Tomar un inventario 

En vez de mirar fuera y lastimar sobre cuán mal está el matrimonio, me gustaría que comencemos más cercano: con nosotros mismos.

El ser humano tiene sus partes bonitas pero también tiene sus aspectos oscuros. Todo humano lucha con una naturaleza limitada, rota y egoísta de alguna forma y nunca se ve más claramente que en el matrimonio.

En relaciones íntimas, bajamos la guardia tanto para bien como para mal. El resultado es que se revelan no solo nuestras esperanzas y sueños, sino también nuestras debilidades, malos hábitos y nuestra naturaleza egoísta.

¿Cómo va el refrán español? La confianza da asco.

Sé lo que estás pensando. “Aunque no soy perfect@, pero si supieras cómo mi cónyuge me habla,” o “si podrías ver cuánto me critica.”

Cierto es que, aunque se requiere dos para bailar un tango, de momento, estamos mirando en el espejo y nos enfocamos en lo que solo podemos controlar nosotros mismos.

Entonces, para comenzar, se puede preguntar, independientemente del estado del matrimonio, ¿Cómo estoy YO en general? ¿Qué hay en mi corazón últimamente? ¿Qué fruto se ve en mi vida en él día a día? Para seguidores de Jesús, una buena guía para ayudarnos a evaluar nuestro estado es el pasaje que nos encanta destacar en la boda por su belleza y dulzura. Se encuentra en 1 Corintios 13:4-7

“El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. -1 Corintios 13:4-7

Un ejercicio revelador es leer los versículos en voz alta y reemplazar “el amor” con tu nombre.

Últimamente, ¿Jill ha sido paciente? ¿Jill ha creído lo mejor sobre su cónyuge?  ¿Jill ha estado irritable? ¿Jill se ha unido a la alegría de la verdad? Etc.

Tomar conciencia

Si la respuesta es menos que un rotundo sí, podría ser que antes de arreglar las imperfecciones de nuestro cónyuge, querremos preguntarnos ¿por qué no amo cómo debo?

Muchas veces, pasamos por una época de estrés o de tristeza que provoca un malestar y lo cargamos a las personas más cercanas. O quizás es más sutil, por ejemplo, como encontrarnos con una agenda demasiado llena o varios proyectos laborales en seguida. No es intencional pero acabamos sin tiempo para conectar con nuestro cónyuge. A lo largo, se puede enfriar nuestra conexión matrimonial.

De forma activa o forma pasiva, cómo seres humanos tendemos priorizar nuestras necesidades, incluso preferencias. Se ve más claramente estas tendencias en el matrimonio donde hay tanta unión y vulnerabilidad, a veces, más de lo que deseamos. 

Cuando nuestras actitudes y decisiones en la vida cotidiana se guían por nuestra naturaleza egoísta ( a veces llamada ‘pecaminosa’), nuestros intereses a menudo resultan en desacuerdo y frustración.

A veces, experimentamos decepción o lástima en la relación, en seguida podemos defendernos y nuestros derechos,  protegiéndonos a nosotros mismos encima de todo. A veces, de manera consciente o inconsciente, nos hacemos daño o incluso nos lastimamos. Si somos honestos, no siempre amamos cómo debemos.

El estándar destacado en 1 Corintios 13 es la manera en que Jesús ama. (Echa un vistazo a los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas o Juan para comprobarlo.)

Aunque se entienden y se comprenden nuestras reacciones humanas, estas no contribuyen a un matrimonio sano. En realidad, ningún humano es capaz de amar cómo debemos, 24 horas al día, 7 días a la semana.

Entonces ¿qué podemos hacer? ¿Estamos condenados a vivir conexiones solo mediocres y rotas? ¿Hay alguna manera de experimentar amor verdadero e intimidad segura de forma continua?

Tomar responsabilidad

Igual que Jesús es el estándar, también Él es la Luz que ilumina nuestros corazones y nuestro comportamiento. Él es juez y también es abogado. Él es la fuente de amor verdadero. 

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.” -Juan 1:1, 4-5

  1. Cuando reconocemos que no amamos cómo debemos o cómo queremos, lo mejor que podemos hacer primero es hablarlo con Jesús directamente, lo que llamamos orar. Hablando con Jesús no tiene que ser algo formal. Con Él podemos ser auténticos y reales. Ya nos conoce mejor que nos conocemos a nosotros mismos. Con Jesús podemos desahogarnos cuando estamos enfadados o lastimados. Él nos comprende y es compasivo con nuestras emociones porque Jesús, aunque nunca se casó, sabe lo que es estar frustrado, decepcionado, traicionado.

 

  1. Cuando hablamos con Jesús, puede ayudarnos a estar más dispuestos a mirar y reconocer nuestra parte en contribuir al problema en el matrimonio. No es siempre fácil admitir que nos hemos equivocado con nuestros comportamientos y actitudes hacia nuestro cónyuge, pero la luz de Jesús revela la verdad. Cuando estamos de acuerdo con Dios sobre nuestro mal comportamiento y  llamamos las cosas cómo son, esto se llama confesar. 

“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” - 1 Juan 1:6-9

En vez de defendernos, disimular la verdad, hacernos el loco o, aún peor, echar la culpa al mismo cónyuge a quién le hemos faltado el respeto, por ejemplo, tomamos responsabilidad por nuestro comportamiento y reconocemos que hay otra manera mejor de interactuar el uno con el otro.

Después de confesar a Jesús, luego toca lo mismo con nuestro cónyuge. Cuando sacamos las cosas a la luz, decimos dónde y cómo nos hemos equivocado. Venimos con humildad, 

honestidad y claridad tomando responsabilidad por lo que hemos hecho o dicho, reconociendo que está mal, tomando responsabilidad por cualquier daño que hemos causado y pedimos perdón.

¿El resultado? Poder experimentar perdón y restauración en nuestras relaciones tanto con Jesús cómo con nuestro cónyuge.. Jesús no exige  perfección. Lo que pide es que le sigamos y le cedamos él control a Él, en cada aspecto de nuestras vidas, incluyendo nuestra actitud y comportamiento con nuestro cónyuge. 

  1. Luego nos arrepentimos. Arrepentirse significa regresar; comenzar de nuevo volviendo a la fuente de la vida. Es alejarse del camino en que íbamos, es decir girarse 180º, comenzar a ir en la dirección opuesta, relacionándonos tal cómo Jesús se relaciona con nosotros.

“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” 1 Juan 1:6-7

Tomar “aire”

El resultado de tomar inventario, tomar conciencia y tomar responsabilidad en nuestros matrimonios puede llegar a sorprendernos. En muchos casos, trae aire fresco. Da lugar al perdón, esperanza y acercamiento en la relación.

 “Pero, si no podía amar cómo Jesús antes, ¿cómo voy a poder hacerlo después de confesar?” Muy buena pregunta. Me alegro de que hayas preguntado.

Los cristianos utilizamos una frase: Caminar en el Espíritu, que puede sonar muy religioso o misterioso, pero esta idea es tan fácil cómo la idea de respirar.

 

Exhalar es confesar a Jesús cuando reconocemos que hemos ido por nuestra propia cuenta, que hemos estado dirigiendo nuestras propias vidas en vez de dejarle reinar. Recuerda que la confesión requiere arrepentimiento - un cambio de actitud y de acciones.

Inhalar es darle a Jesús permiso, de nuevo, de reinar en nuestras vidas, nuestras actitudes, nuestras decisiones. Cedemos a Jesús y le obedecemos, practicando Su manera de amar.

Así, respirar espiritualmente continuamente nos ayuda a depender de Jesús y deja que, a través de Su poder sobrenatural, amemos al cónyuge a través de nosotros.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” -Gálatas 5:16-23

En resumen, es importante tomar un inventario regularmente sobre cómo voy yo en general y también en mi matrimonio.

Tomar conciencia es reconocer cuando he hecho mal al otro y tomar responsabilidad  es decírselo (confesar) a Dios y a mi cónyuge y luego rechazar este comportamiento y escoger ir en la dirección opuesta (arrepentirse).

Por último, la práctica de tomar “aire” o la respiración espiritual (caminar en el Espíritu), dejando que Jesús dirija mis pensamientos, actitudes, comportamientos, permite que el amor sobrenatural de Jesús viva en mí y fluya a través de mí.

Puede que estas 4 tomas no solucionen todos los retos que tenemos en una relación matrimonial, pero, sin duda, es un buen punto de partida para comenzar a resucitar ese sentimiento perdido de amor.

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